CÓMO ENFRENTAR LAS TORMENTAS DE LA VIDA

Primera Parte

Nací en Florida en los Estados Unidos, cerca del Océano Atlántico, y viví la mayor parte de mi vida allí. ¡Mi sangre es aproximadamente 95% agua salada! Por ello me fascina la historia maravillosa del mar tempestuoso en Hechos 27. Es tan gráfica que cuando abre la Biblia en ese capítulo, usted casi puede sentir el agua salada salpicar su rostro.

Use su imaginación al leer acerca de un gran naufragio relatado por testigos oculares y experimentará el vaivén de la nave al subir y bajar de las olas. Usted oirá al viento gemir, rugir y aullar a través de los cursos de la estela del océano. Escuchará las colisiones retumbantes del trueno y contemplará los dedos del relámpago juguetear a lo largo del firmamento.

Usted observará el terror absoluto en los semblantes de estos marineros mientras se lamentan a sí mismos: «¡Vamos a perecer en alta mar!». A su vez verá cómo Dios los liberó y lo que dicha liberación significa para nosotros hoy en día.

LAS LECCIONES DE LA TORMENTA

¿Alguna vez se ha preguntado por qué todo un capítulo de la Biblia fue dedicado a un naufragio? Porque aunque es historia, es mucho más que eso. Mediante el Espíritu Santo, esta historia puede ayudarle a enfrentar las tormentas de su vida.

La vida es como un viaje. Nosotros navegamos en el mar del tiempo entre dos eternidades, y las circunstancias de la vida son como el clima. En ocasiones surcamos calmadamente, mas en otras enfrentamos tempestades.

Así fue para el apóstol Pablo en Hechos 27. Él era un prisionero en un buque que viajaba de Cesarea a Roma para ser juzgado.

El tiempo cambió desfavorablemente y en Hechos 27:9-11, una decisión fue tomada concerniente a la continuación del viaje:

«Pasaron muchos días, incluso el día del Perdón, así que era muy arriesgado continuar con la navegación. Entonces Pablo les hizo una observación. Les dijo: “Amigos, si seguimos navegando, creo que sufriremos perjuicios y pérdidas, no sólo del cargamento y de la nave sino también de nosotros.” Pero el centurión no le hizo caso, pues le creía más al piloto y al capitán de la nave que a Pablo» (Hechos 27:9-11).

Así que zarparon.

Los versículos del 12 al 14 describen un huracán aullador que empezó a golpear el mar con su puño y a arrastrar la pequeña embarcación hacia el desastre. ¡Con razón Pablo no quería zarpar!

Usted puede enfrentar una tormenta al navegar contrariamente a la voluntad de Dios, tal y como estos marineros lo hicieron. En otras ocasiones, como Pablo, usted se encuentra en una tempestad que se ha desatado a su derredor y que está más allá de su control. Muchas veces nos encontramos atrapados en circunstancias desastrosas.

Por ejemplo, un cónyuge le da la espalda a su matrimonio. En consecuencia el hogar es repentinamente sacudido por vientos turbulentos y lanzado contra las rocas de confusión, desesperación y tensión. El cónyuge que permanece fiel es ahora el que sufre.

Quizá éste no sea el tipo de torbellino que usted ha vivido. Sin embargo, en su vida, enfrentará las tormentas. Santiago 1:2-4 afirma:

«Hermanos míos, considérense muy dichosos cuando estén pasando por diversas pruebas. Bien saben que, cuando su fe es puesta a prueba, produce paciencia. Pero procuren que la paciencia complete su obra, para que sean perfectos y cabales, sin que les falta nada».

Note que este pasaje enseña «cuando estén pasando por diversas pruebas». No dice «si están» pasando por diversas pruebas. El Señor sabe que las pruebas y tentaciones son una parte inevitable de la vida de un hijo o hija de Dios.

Leer segunda parte aquí

Escrito por el Dr. Andrian Rogers.
Programa: El Amor Que Vale.
Escuche todos los domingos 
A las 6:00 de la tarde.
Por Radio Cultural TGN.