EL MINISTERIO DEL ESPÍRITU SANTO

Primera Parte

El mejor amigo que usted tiene sobre esta tierra es el Espíritu Santo. Usted dirá: «Bueno, yo creía que Jesús era mi mejor amigo». Eso es exactamente correcto. El mejor amigo que usted tiene sobre esta tierra es el Espíritu Santo, Quien es Cristo en el cristiano. 

 

Con este breve estudio deseo ayudarle a CONOCER al Espíritu Santo, a AMAR al Espíritu Santo, a CONFIAR en el Espíritu Santo, y a CREER en el Espíritu Santo quien vive en su corazón. 

 

Deseo que usted llegue a entablar una amistad íntima con Él, y que le dé el lugar real que Él merece en su corazón. ¿Cuál es el ministerio del Espíritu Santo en la vida delos creyentes?



  1. EL ESPÍRITU SANTO NOS CONVENCE.

 

El Espíritu Santo nos ministra de muchas maneras. En primer lugar, ¿qué hace el Espíritu Santo para ayudarnos a que nos salvemos? Él nos CONVENCE de PECADO. En Juan 16:7, Jesús indicó: «Pero les digo la verdad: les CONVIENE que Yo me vaya; porque si no me voy, el Consolador no vendrá a ustedes; pero si me voy, Yo se lo enviaré». 

 

¿Preferiría haber estado aquí cuando Jesús estuvo en persona? O, ¿preferiría estar en la tierra después de que Jesús ascendió al cielo? ¡Tenga cuidado! Jesús indicó que es mejor para usted que Él esté en el cielo y el Espíritu Santo esté aquí. Eso es lo que la palabra conviene quiere decir. Significa «conveniente para lograr un fin particular en una circunstancia dada».

 

Él afirmó: «… si no me voy, el Consolador no vendrá a ustedes; pero si me voy, Yo se lo enviaré. Y cuando Él venga, CONVENCERÁ al mundo de PECADO, de justicia y de juicio. De pecado, por cuanto no creen en Mí (Juan 16:7-9)».

 

Sin el poder convencedor del Espíritu Santo usted nunca hubiera visto la necesidad de tener al Salvador. Ninguna persona estaría dispuesta a dejar su pecado y verdaderamente darle la espalda a este mundo, arrepintiéndose genuinamente. Una persona sólo hace eso cuando el Espíritu Santo de Dios le convence de lo dañino e infernal que es el pecado, sólo cuando el Espíritu Santo le convence que está bajo la maldición de Dios, que está condenado y va rumbo al infierno.

 

Una vez escuché a un hombre decir una tontería. Él hablaba acerca del crecimiento de la iglesia y dijo: «Yo nunca predico acerca del pecado. Usted no necesita decirles a las personas que son pecadoras. Ya lo saben».

 

No, no lo saben. ¡Oh!, las personas piensan que han hecho mal, piensan que han sido pícaras, pero no saben que son pecadoras. Sólo el Espíritu Santo de Dios puede CONVENCER a un hombre de PECADO. Existe una diferencia entre admitir haber pecado y la convicción de pecado. Si alguna vez ha estado bajo esa convicción de pecado, usted

sabe lo que es, y le diré Quién la llevó acabo. No fue ningún predicador el que le convenció de pecado. Fue el Espíritu Santo de Dios quien puso el dedo en su corazón.

  1. EL ESPÍRITU SANTO NOS ATRAE



No sólo el Espíritu Santo de Dios convence a los pecadores perdidos de su pecado, sino que también ATRAE a esos pecadores a Jesucristo.

 

Jesús enseñó en Juan 6:44: «Ninguno puede venir a Mí, si el Padre que me envió no lo TRAE…». ¿Piensa que fue su idea venir a Él? ¡Oh no! Usted huía de Él. Si Él no le hubiera buscado, usted nunca se hubiera salvado. 

 

Existen aquellos en el campo del crecimiento de la iglesia que tienen cultos sensibles para los que buscan al Señor. Dicen que la iglesia debe ser sensible a todas aquellas personas que anda en busca del Señor. La verdad del caso es que ninguna de ellas está buscando al Señor. Es el Señor el que las está buscando a ellas.

 

Si usted quiere ser sensible con alguien, es mejor que lo sea con Quien está buscando al pecador Quien es el Espíritu Santo de Dios. En lugar de hacer que los pecadores se sientan cómodos, es mejor que haga que el Espíritu Santo se sienta cómodo porque dependemos del Espíritu Santo de Dios para que tome lo que decimos y convenza de pecado a la gente. 

 

Nosotros nunca hubiésemos venido al Señor a no ser que Él nos hubiese buscado, atraído y enseñado. ¿No es cierto? «No hay quien busque a Dios» (Romanos 3:11).



  1. EL ESPÍRITU SANTO NOS ENSEÑA



Algo más que el Espíritu Santo de Dios hizo cuando usted se salvó, fue ABRIR su ENTENDIMIENTO para que pudiera entender el Evangelio.

 

En el libro de Hechos el apóstol Pablo encontró una mujer llamada Lidia y compartió el Evangelio de Cristo con ella. ¿Qué hizo que Lidia entendiera el Evangelio? Hechos 16:14 nos dice: «Entonces una mujer llamada Lidia, vendedora de púrpura, de la ciudad de Tiatira, que adoraba a Dios, estaba oyendo; y el Señor ABRIÓ el CORAZÓN de ella para que estuviese atenta a lo que Pablo decía».

 

Esa es la razón por la cual me arrodillo y oro antes de predicar. Oro: «Señor, Tú tienes que abrir sus corazones».

 

Piense en un culto donde presenció a la gente entregarse a Jesús. ¿Quién lo hizo? ¿Fue el coro? ¿Fue el predicador? ¿Fue el apretón de manos de los ujieres? No. Fue el Espíritu Santo de Dios quien abrió los corazones de las personas para que pudieran entender el Evangelio.

 

Un hombre sin el Espíritu Santo no puede entender las cosas espirituales. Sería como

pretender que su perro entendiera la ópera. Primera Corintios 2:14 explica: «Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son una locura; y tampoco las puede entender, porque tienen que discernirse

espiritualmente».

 

Es el Espíritu Santo de Dios quien le CONVENCE de pecado. Es el Espíritu Santo de Dios Quien le ATRAE a Jesucristo. Es el Espíritu Santo de Dios Quien ABRE su corazón y le da entendimiento. Dependemos tanto del Espíritu Santo de Dios para la evangelización.



  1. EL ESPÍRITU SANTO NOS SELLA

 

El ministerio del Espíritu Santo no cesa después de que usted y yo nos salvamos. Lo primero que Él hace cuando usted entrega su corazón a Jesús es sellarlo en el cuerpo de Cristo.

 

Efesios 1:13 explica acerca de Él: «También ustedes, luego de haber OÍDO la Palabra de Verdad, que es el Evangelio que los lleva a la salvación, y luego de haber CREÍDO en Él, fueron SELLADOS con el Espíritu Santo de la promesa».

 

La Biblia dice en el libro de Ester 8:8: «…un edicto que se escribe a nombre del rey, y que se SELLA con su anillo, no puede ser revocado». El sello era una marca de propiedad y una transacción concluida. Cuando usted se salva, usted es firmado, sellado, y liberado por el Espíritu Santo de Dios. 

 

Me fascina lo que Pablo dijo: «Pero el fundamento de Dios está firme, y tiene este

SELLO: “El Señor conoce a los que son suyos”» (2 Timoteo 2:19). Dios pone una marca sobre nosotros. Le pertenecemos a Él.

 

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*Estimado lector, le invitamos a no perder la segunda parte de este fascinante estudio sobre el ministerio del Espíritu Santo.



Escrito por el Dr. Andrian Rogers.
Programa: El Amor Que Vale.
Escuche todos los domingos 
A las 6:00 de la tarde.
Por Radio Cultural TGN.