Cuando Titubea Nuestra Fe

Conquiste la incredulidad y permita que Dios le guíe hacia la vida que ha planeado para usted.


La fe es un aspecto esencial en la vida del cristiano, pues es por fe que somos salvos por la gracia de Dios y por la cual viviremos a partir de ese momento. Nuestra fe se fortalece al creer y obedecer lo que el Señor nos muestra en su Palabra; pero si permitimos que los sentimientos y circunstancias se antepongan a nuestra confianza en el Señor y en sus promesas, nuestra fe comienza a flaquear.

Un ejemplo del pasado de una fe que titubeó.

Aunque el Señor había demostrado en repetidas ocasiones su fidelidad a los israelitas al liberarlos milagrosamente de la esclavitud de Egipto, al dividir las aguas del mar Rojo para que escaparan y al guiarlos por el desierto, la fe de ellos flaqueó al llegar a las fronteras de la tierra prometida.

Los espías que Moisés envió a Canaán dijeron que la tierra era buena. Sin embargo, 10 de ellos desanimaron al pueblo al afirmar que no eran lo suficientemente fuertes para vencer a los gigantes que ahí vivían. Aunque dos de los espías, Caleb y Josué, exhortaron a los israelitas a confiar en la promesa que el Señor les había dado, la congregación optó por no escucharlos. Decidieron pasar la noche gimiendo y querían regresar a Egipto.

El problema presente de una fe que titubea.

Santiago 1:6-7 “Pero pida con fe, no dudando nada; porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra. No piense, pues, quien tal haga, que recibirá cosa alguna del Señor”.

La fe es un regalo de Dios basado en el sólido fundamento de una relación personal con Él a través de su Hijo Jesucristo. Sin embargo, para que esta relación se fortalezca y afirme, debemos cultivarla y ejercitarla enfocándonos en el Señor, sus provisiones y sus promesas. De lo contrario, seremos sacudidos por nuestros sentimientos y circunstancias o por las opiniones de los demás.

Causas de la fe titubeante

  • Cuando nuestra confianza en Dios está en conflicto con el razonamiento humano. Vivir por fe requiere que dependamos del Señor y no de nuestras facultades, pues aquello que parece lógico para nosotros puede ir en contra del propósito y la voluntad de Dios para nuestra vida.

 

  • Cuando permitimos que nuestros sentimientos dobleguen nuestra fe. El fundamento de nuestra fe es la Palabra de Dios, la cual nunca cambia. Al contrario, los sentimientos varían con las circunstancias y pueden descarriarnos. Sin importar lo que sintamos en el momento, siempre podemos confiar en lo que el Señor nos ha dicho.

 

 

  • Cuando no vemos a Dios actuar en nuestras circunstancias. Tendemos a percibir la manera en la que el Señor obra en medio de situaciones favorables, pero cuando llegan las dificultades, problemas y sufrimientos, nos preguntamos si todavía Él está con nosotros. Sin embargo, ha prometido que no nos dejará ni nos desamparará (Deuteronomio 31:6). Cuando no comprendemos lo que nuestro Padre celestial hace, debemos recordar que vivimos por fe y no por vista. Él siempre usa todo lo que sucede para nuestro bien y según su divino propósito. Es al mantener nuestra mirada en la Palabra de Dios y recordar su fidelidad en esos momentos más difíciles, cuando comenzamos a ver la situación que enfrentamos desde su perspectiva, y nuestra fe se fortalece.
  • Cuando escuchamos malos consejos. Las personas se apresuran a compartir su opinión sobre lo que debemos hacer, pero sus consejos no siempre están de acuerdo con la voluntad de Dios. Todo consejo que recibimos debe proceder de personas consagradas cuyo consejo sea cónsono con las Sagradas Escrituras.
  • Cuando nos enfocamos en las circunstancias y no en Dios. Nos sentimos tentados a hacer esto, pues vivimos en medio de situaciones que desafían nuestra fe. Sin embargo, en vez de solo mirarlas desde nuestra perspectiva, debemos verlas a la luz de nuestro soberano y amoroso Dios. Las situaciones difíciles son parte de su voluntad para nuestra vida y es por medio de ellas que Él fortalece nuestra fe. Aunque nos sintamos decepcionados cuando no ocurre lo que esperamos, la realidad es que esas dificultades son evidencias del amor, cuidado y protección del Señor.
  • Cuando no conocemos los caminos de Dios. Solo en la Biblia aprendemos acerca de los caminos del Señor. Así que si ignoramos las Sagradas Escrituras se nos dificultará confiar en Él, pues no comprenderemos por qué nos niega nuestros caprichos, o como Él obra en medio de dificultades y pruebas.
  • Cuando nos sentimos culpables por pecados pasados. Quizás nuestra fe flaquea porque nos cuesta trabajo creer que Dios puede perdonarnos. Puede que aún estemos sufriendo las consecuencias de pecados del pasado o no hayamos comprendido que el pago que Cristo ofreció en la cruz por nuestros pecados es más que suficiente.
  • Cuando escuchamos las mentiras de Satanás. El diablo es un mentiroso y un acusador que siempre trata de llenar nuestra mente de dudas acerca del carácter y la fidelidad de Dios para perdonar nuestros pecados.

Cómo corregir la fe titubeante

Hágase las siguientes preguntas:

  • ¿De dónde proceden estas dudas? La meta de Satanás es sembrar dudas en nuestra mente. Cuando esto suceda, debemos ir de manera inmediata a la Palabra de Dios para que nuestra fe en Él sea fortalecida.
  • ¿No prometió Dios suplir todas nuestras necesidades? Siempre nos da lo que pedimos si está de acuerdo con el plan y propósito que tiene para nuestra vida.
  • ¿No nos dio Dios la ayuda del Espíritu Santo para permitirnos hacer todo lo que Él nos demande en la vida? En el momento en el que fuimos salvos, el Espíritu Santo vino a morar en nuestra vida para guiarnos y ayudarnos a obedecer al Señor.
  • ¿Hay algo demasiado difícil para Dios? La respuesta es “no”. Pero eso no significa que quitará todo dolor o sufrimiento de nuestra vida, pues conoce cuáles son las dificultades que debemos enfrentar para llegar a ser la persona que Él desea que seamos.
  • ¿Es esta una encrucijada que podría costarme toda una vida de lamento por mi incredulidad? Considerando que decisiones equivocadas traen consecuencias a largo plazo, siempre debemos buscar andar en la voluntad de Dios. El Señor nos guía al darnos su dirección, al contestar nuestras oraciones y al ofrecernos su ayuda. Pero debemos estar dispuestos a escucharlo y obedecerlo cada día. Por tanto, debemos reconocer la importancia de invertir tiempo en la meditación de su Palabra y en la oración. Las Sagradas Escrituras nos ayudan a permanecer en los caminos del Señor cuando todo lo demás nos tienta a desconfiar de sus promesas. Pero cuando nuestra fe está basada en lo que Él nos enseña en su Palabra, se fortalece.

REFLEXIÓN

  • ¿Cuáles situaciones causan que su fe flaquee? ¿Qué papel jugaron sus emociones o las circunstancias que enfrentaba en la actitud que mantuvo? ¿Qué lugar tiene Dios en sus pensamientos?
  • ¿Está su fe basada en lo que usted quiere que el Señor haga o en lo que Él ha declarado en su Palabra?

Escrito por el Dr. Charles F. Stanley.
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